Aquellos que afirman que los astronautas de las misiones Apollo no viajaron a la Luna mantienen que los seis primeros alunizajes del ser humano fueron montados por la NASA en unos estudios en la Tierra, no en el espacio, para ganar de forma ficticia la carrera espacial mantenida por entonces con la Unión Soviética. Las fotografías y los vídeos lunares (que, según ellos, muestran diversas anomalías), fueron posiblemente grabados en la base de las Fuerzas Aéreas cercana a San Bernardino (California, EEUU) llamada Norton Air Force Base donde, dicen, tienen los escenarios más grandes del mundo bajo eficiente seguridad.
En primer lugar, imagino que todas las bases del ejército de los Estados Unidos están constantemente bajo extrema vigilancia; no creo que la base anteriormente mencionada sea una excepción, por lo que esto no es motivo para sospechar nada en absoluto. De hecho, otros afirman que todo se grabó en el famoso Área 51 [situado en Groom Lake (Nevada), donde el ejército de EEUU y su Departamento de Defensa prueban sus aeronaves y cohetes experimentales desde hace décadas, lo que ha provocado numerosos avistamientos de "ovnis" por la zona]. Y otros, también, afirman que las imágenes se tomaron en el Langley Research Center, en Virginia. Esto da una idea de las discrepancias existentes entre los partidarios de la conspiración. Difícilmente podemos juzgar esta parte de su teoría si no nos aportan pruebas fehacientes de que el montaje se llevó a cabo en la Tierra.
En segundo lugar, si en verdad fuimos a la Luna, como sostienen la NASA, la comunidad científica y la mayor parte de la sociedad, entonces las pruebas de la veracidad de las exploraciones lunares tripuladas deberían resistir cualquier análisis que hagamos sobre ellas. Esas pruebas han estado en dominio público desde hace más de treinta años en forma de fotografías, grabaciones de vídeo emitidas y vistas en tiempo real, imágenes de las naves espaciales Apollo tomadas por astrónomos desde la Tierra, experimentos científicos emplazados en la Luna (algunos de los cuales todavía siguen siendo de utilidad, como los reflectores láser, con los que periódicamente se mide la distancia exacta entre la Tierra y la Luna) o 382 kilogramos de rocas lunares y muestras traídas de la superficie lunar que tienen en su misma composición la prueba de que formaban parte de la Luna. (Al examinar la naturaleza química de esas rocas, con técnicas de datación radioactivas, ha quedado demostrado que son de origen lunar, debido a la abundancia de ciertos isótopos no presentes en la Tierra, a las características adquiridas después de miles de millones de años de exposición a los rayos cósmicos, a los impactos de micrometeoritos, a la falta de atmósfera, etc.) De hecho, estas rocas lunares traídas de vuelta por los astronautas de las misiones Apollo han sido analizadas por decenas de instituciones científicas independientes de la NASA y de EEUU.
Tampoco es razonable ignorar la información científica obtenida gracias a este proyecto, no sólo sobre la Luna, sino sobre el cuerpo humano y su comportamiento en misiones de larga duración (ver, como ejemplo, Biomedical results of Apollo). Las más de 20.000 fotografías tomadas por los astronautas (disponibles íntegramente en la página del Apollo Lunar Surface Journal y en Apollo Image Atlas) son sólo una pequeña parte de todo el trabajo realizado en la superficie lunar. Son muchos los artículos científicos publicados desde 1969 por organismos científicos internacionales independientes de la NASA, gracias al trabajo que realizaron los astronautas en la Luna. En definitiva, la cantidad de pruebas a favor de la veracidad de las misiones Apollo es sencillamente abrumadora.
Normalmente, la minoría que apoya la teoría del montaje utiliza el argumento de la típica y compleja conspiración, incluyendo en ella la idea de que cada detalle del viaje fue realizado minuciosamente (del mismo modo que los efectos especiales de la películas de Hollywood) en unos escenarios secretos. Por supuesto, sin aportar ningún testimonio verídico ni ninguna prueba de que el rodaje sucediera, sino mostrando supuestas "anomalías" en las fotografías obtenidas en la Luna. Pensemos detenidamente esto durante un momento. Piense acerca de las películas con mejores efectos especiales que haya visto nunca. Reflexione ahora en las contradicciones y los errores visuales que, incluso el público en general, puede encontrar en esas películas. Retroceda ahora hasta 1969 y las películas hechas por entonces.
¿Podría haberse realizado una falsificación tan grande que resistiera, no sólo al análisis de la sociedad de 1969 en adelante y a la Unión Soviética, sino a una generación entera de científicos familiarizados con el estudio geológico de los cuerpos celestes? O bien ¿sería lógico arriesgarse a realizarla, a pesar del tremendo desprestigio que hubiera supuesto que, por ejemplo, la URSS o la comunidad científica lo descubriesen? Claramente, no. De hecho, sólo un reducido grupo de personas (por lo general, carentes de escepticismo y con escaso o nulo conocimiento sobre las misiones Apollo y la exploración espacial tripulada) encuentran "fallos" a las fotografías tomadas en la Luna que, como veremos en adelante, no son tales y pueden ser explicados con un poco de sentido común, nociones básicas de fotografía y conocimientos sobre este proyecto espacial.
La diferencia puede ser perfectamente explicada por el hecho de que la superficie de la Luna no es de ninguna manera plana y, a juzgar por el brillo de la parte superior izquierda de la fotografía, el extremo superior de la sombra del astronauta de la izquierda (suponemos que Armstrong) está situado en una pequeña pendiente y, por tanto, la sombra aparece acortada. El área donde se encuentra la mayor parte de la sombra de Aldrin (derecha) está más oscuro que el resto, lo que indica que se trata de una leve bajada, no tan iluminada por el Sol desde su baja posición en el cielo. No es necesaria una gran inclinación para producir este efecto. Puede visitar la página Terrain and Shadow (en inglés) para observar la influencia del terreno en la dirección y el tamaño de las sombras. Lo dicho anteriormente se puede demostrar experimentalmente. Invitamos al lector a realizar comprobaciones similares a la que se muestra a continuación, procedente del sitio Clavius.org:
La propuesta de los partidarios del montaje de que los astronautas estaban siendo iluminados por un foco artificial cercano no tiene ningún sentido, ya que, como vemos en la siguiente imagen simulada, sería el astronauta más lejano al foco el que tendría una sombra más larga, lo que no ocurre en la fotografía verdadera reproducida más arriba.
Imagen: cortesía de Clavius.org |
En el sitio oficial Where No Flag Has Gone Before podrá encontrar más información y datos sobre las banderas enviadas a la Luna.
grabación simultánea del coche lunar. En la imagen de la izquierda, en la que se puede observar el mismo efecto, la sombra de Young está situada a su izquierda, un poco alejada de sus botas.
Hay que tener también en cuenta la imagen utilizada como prueba: la de la izquierda es la usada habitualmente por los que apoyan la teoría del montaje, y es patente su pérdida de calidad, con lo que puede llevar a engaño; la de la derecha es la original.
Si miras al área C verás que la superficie de la Luna se desvanece en la distancia, aparece mucho más oscura y después se encuentra con el horizonte. En la Tierra, esto puede ocurrir debido a la existencia de atmósfera, pero en un ambiente sin atmósfera, el terreno no debería desvanecerse, sino permanecer con todo detalle hasta el horizonte lunar.
En realidad, el efecto de la atmósfera terrestre es justo el contrario: hace a los objetos más lejanos (montañas, etc.) aparecer más brillantes (compruébelo). Como ya hemos mencionado antes, la superficie de la Luna no es plana, y lo más probable es que el terreno que se ve detrás de Aldrin sea en realidad una leve subida que, debido a ello, no recibe la misma cantidad de luz del Sol que el terreno más cercano al astronauta (recordemos que el Sol se hallaba muy bajo en el horizonte), de la misma forma que en la primera fotografía. De hecho, el terreno que se ve detrás del astronauta está muy cercano al cráter Little West (como se puede comprobar en el mapa de la superficie), situado a mayor altura a unos 50 metros de distancia, lo que apoya en gran medida la anterior afirmación. Por otra parte, el módulo lunar, que se encuentra muy cerca del lugar donde se realizó la fotografía, refleja bastante luz al área que hay justo detrás de Aldrin, como se puede observar en la fotografía as11-40-5886, donde el resto del área se ve más oscura. De todas formas, en la fotografía original de la derecha se observa un horizonte mucho más nítido y claro.
También es posible que el terreno cercano al horizonte tenga simplemente una composición más oscura que el resto.
En la zona marcada como D aparecen extrañas estructuras, reflejadas en el visor de Aldrin.
Hay dos objetos reflejados en la parte izquierda del visor de Aldrin. El primero es el experimento Solar Wind Collector (SWC, colector de viento solar), y el segundo es la bandera estadounidense. Ambos objetos pueden ser mejor apreciados en las imágenes as11-40-5886, as11-40-5961 o as11-40-5920, entre otras fotografías del Apollo Lunar Surface Journal (al que nos referiremos de ahora en adelante como ALSJ). En el momento de tomar la fotografía en cuestión, Armstrong se encontraba en la parte izquierda del módulo lunar (visto desde donde se encuentra la escalerilla), mientras que Aldrin estaba situado al otro lado de una de las patas del módulo, visible a la derecha de la imagen. Por lo tanto, el objeto visto como más cercano en el visor (el que se encuentra más a la izquierda) es el SWC y el otro es la bandera (que es difícil de apreciar, dado que se encuentra casi paralela a nuestra línea de visión). A pesar de su relativa cercanía, los dos objetos aparecen pequeños y lejanos debido a la forma convexa y esférica del visor de Aldrin, que hace que los objetos aparezcan curvados, pequeños y más lejanos de lo que en realidad están. En la fotografía de la derecha podemos observar claramente los dos objetos que aparecen en el visor de Aldrin. Evidentemente, en el visor aparecen en orden invertido, al actuar éste como un espejo.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el motor de descenso del módulo lunar tenía un empuje máximo de casi 10.000 lbf. Pero el motor del módulo se encontraba funcionando a menos del 25% de su potencia máxima cuando se acercaba a la superficie (para contrarrestar las 2.600 lbf de su peso), e incluso quedaba completamente apagado un segundo antes de tomar tierra (gracias a las sondas que se extendían hasta un metro y medio por debajo de las patas, como se ve en la imagen as16-118-18894), para evitar que los gases pudieran dañar el módulo. En comparación, un avión Harrier de despegue vertical cargado al máximo produce un empuje de unas 27.000 lbf durante el despegue, 10 veces más que el módulo lunar. Y el Harrier no produce ningún cráter durante sus despegues o aterrizajes en zonas de tierra. La idea del cráter nace de la incorrecta intuición de que un motor de cohete de cualquier tamaño es mucho más potente que cualquier motor de reacción. Cuando, en realidad, la mayor parte de los motores de reacción son más potentes que el motor del módulo lunar. Otro hecho importante a tener en cuenta es que los gases emitidos por el motor no se dirigían tras su salida directamente hacia abajo sino que, debido a la completa ausencia de atmósfera (y, por tanto, presión) en la Luna, eran dispersados hacia los lados tras su salida por la tobera. A esto se añade que el módulo lunar no alunizaba de forma vertical, sino que iba descendiendo oblicuamente hasta que los astronautas encontrasen un lugar llano y relativamente libre de piedras en el que fuera más fácil alunizar. Es decir, ni los gases emitidos por el módulo lunar ejercían la presión necesaria, ni éste permanecía una cantidad de tiempo significativa encendido sobre la superficie como para producir algo parecido a un cráter. Por último, es importante conocer que el suelo de la Luna está formado por una pequeña capa de polvo lunar, llamada regolito, que cubre los primeros centímetros de la superficie (formada por el constante impacto de micrometeoritos durante miles de millones de años, al no haber atmósfera). Debajo de esta capa se encuentra una dura capa de roca, que tiene una profundidad de entre 2 y 8 metros en los mares, y de hasta 15 metros en las zonas altas, lo que imposibilita la formación de un cráter como consecuencia del alunizaje del módulo lunar.
De todas formas, muchas fotografías muestran una ligera alteración del suelo lunar por debajo y cerca del módulo lunar. Vea, por ejemplo, as12-47-6987, as14-66-9258, as11-40-5892 o as11-40-5921 (del ALSJ) que muestran no sólo una cierta pérdida de color debajo de la tobera del motor, sino también ciertas alteraciones radiales en el suelo, procedentes de la ignición del motor. Ver también as12-46-6781, que muestra un rastro de suelo alterado a lo largo del lugar de alunizaje del módulo lunar del Apollo 12. De hecho, antes de la llegada a la Luna, se consideró la posibilidad de que el terreno no fuera lo suficiente firme y duro (se creía erróneamente que las regiones planas eran océanos de polvo), pero el alunizaje de varias sondas no tripuladas antes del Apollo 11 confirmó la viabilidad de los alunizajes tripulados.
En la zona F se ve una huella de astronauta debajo del supuestamente inmóvil módulo lunar.
En primer lugar, lo más conveniente es ver la ampliación de la imagen original, as14-66-9277, en la que se puede observar que es muy difícil afirmar con seguridad que sea una huella. Más bien parece una marca natural en el terreno de las muchas que se pueden apreciar en cualquiera de las imágenes del suelo lunar. De todas formas, también es muy arriesgado decir que esté justo debajo del módulo lunar. Se trata de un efecto de perspectiva en la fotografía, y esa marca podía estar perfectamente situada en el terreno cercano a la pata del módulo. No hay más que ver la separación entre la tobera y la pata de la derecha para darse cuenta de que el astronauta puede pisar en ese terreno sin acercarse siquiera al motor. Es bastante difícil creer que este argumento es prueba de alguna conspiración. Con "pruebas" tan inconsistentes como ésta no se pueden sostener muchas afirmaciones.
E no es una sombra en la superficie; es, de hecho, la silueta de la boquilla de uno de los pequeños motores RCS (Reaction Control System; es decir, sistema de control a reacción) con los que estaba dotado el módulo lunar para estabilizarse continuamente durante el descenso y el ascenso que, al estar tan cerca de la ventana, produce la silueta negra que vemos en la imagen. En el momento de tomar la imagen, el módulo no se encontraba posado en la superficie o cercano a ella, sino que todavía estaba orbitando a decenas de kilómetros de altura sobre el lugar del alunizaje, que se encuentra aproximadamente situado en la mitad de la fotografía. El cráter que se puede observar en la parte inferior derecha es el cráter Maskelyne, un punto de referencia importante durante la trayectoria de descenso del módulo Eagle, de la misión Apollo 11. A la izquierda puede ver uno de los motores RCS antes comentados, visto desde el exterior. Se pueden encontrar siluetas similares de las mismas boquillas en muchas imágenes tomadas desde la cabina del módulo lunar, por dentro de las ventanas triangulares del mismo. Por ejemplo, observe la imagen as12-48-7025 (del ALSJ) tomada desde la ventana por el astronauta del Apollo 12 Pete Conrad, después de aterrizar en la Luna, pero antes de la primera salida al exterior. También se puede observar una boquilla en la ampliación de la primera imagen de esta página. Por otra parte, observe la pérdida de calidad de la imagen usada por los partidarios de la conspiración (izquierda), en la que el color de la superficie lunar está completamente alterado. De esta manera se distorsionan las pruebas, haciendo más difícil un buen análisis sobre ellas.
En la imagen anterior, si miras a la zona marcada con el 3 no se ve ninguna estrella en el cielo. De hecho, no se ve ninguna estrella en las fotografías tomadas por la NASA en la Luna, y ni siquiera los astronautas mencionan nada en ninguna parte sobre las estrellas que se hacen visibles fuera de la atmósfera terrestre. Esto ha sido confirmado por Maria Blyzinsky, la directora de astronomía del observatorio de Greenwich, Londres.
En primer lugar, es totalmente falso que la astrónoma Maria Blyzinsky defienda el argumento anterior. Contacté con ella mediante correo electrónico para preguntarle sobre ello, a través de la página web del Observatorio Real de Greenwich, y su respuesta no deja lugar a dudas: no sólo no recuerda haber sido preguntada en ningún momento sobre la falta de estrellas en las fotografías de las misiones Apollo, sino que no respalda en absoluto esa afirmación que se le atribuye. He detallado este asunto en una sección aparte.
Para empezar, el área oscura de la fotografía lunar anterior (marcado con el 3), por encima de la zona iluminada de la superficie lunar, es la zona oscura de la Luna, no el cielo. Las misiones lunares aterrizaron en lugares cercanos a la zona de sombra (es decir, en los que hacía pocos días que había amanecido) debido a que allí es más fácil observar los elementos geológicos y establecer distancias gracias a las largas sombras que se producen y, además, la temperatura es inferior. De todas formas, explicaremos por qué no se ven estrellas. En realidad, las fotografías tomadas en la Luna no muestran ninguna estrella porque las cámaras Hasselblad que tomaron esas imágenes estaban preparadas para reducir el intenso brillo del día lunar. A pesar de que el cielo estaba completamente oscuro debido a la falta de atmósfera, la situación no es la misma que en las noches terrestres. La superficie de la Luna se encuentra muy iluminada por la luz del Sol (para comprobarlo, ver como ejemplo la fotografía as17-147-22580). Para tomar una fotografía en un paisaje bastante luminoso, se necesita establecer en la cámara un tiempo de exposición breve, y además hay que cerrar bastante el obturador para regular la luz (al igual que la pupila del ojo humano se cierra rápidamente y disminuye el espacio por el que la luz pasa al interior en un lugar muy soleado). De no hacerlo así, se corre el riesgo de velar la imagen, debido al paso excesivo de luz procedente de la superficie lunar (que refleja el 7% de la luz que recibe). Vea, por ejemplo, la imagen as17-138-21028, que está claramente sobreexpuesta debido a un error del astronauta. El tiempo de exposición de las cámaras Hasselblad utilizadas en las misiones Apollo (es decir, el tiempo que permanecía abierto el obturador) era normalmente de 1/125 o 1/250 segundos (es decir, 8 o 4 milisegundos). Como cualquier buen aficionado a la astrofotografía sabrá, es bastante difícil reflejar estrellas en el negativo en tan poco tiempo. Se necesitan al menos entre 20 y 40 segundos con una película 400 ISO enfocada al infinito para registrar una cantidad de estrellas similar a las visibles a simple vista. Invitamos al lector a comprobar estos datos por sí mismo, en páginas o libros dedicados a la astrofotografía. Si no hubiéramos ido a la Luna, lo más normal hubiera sido mostrar el fondo lleno de estrellas, como en las películas de ciencia-ficción, para hacerlo todo más "bonito". Por aquella época ya eran perfectamente conocidos los mecanismos para determinar la posición de las estrellas en cualquier momento y desde cualquier lugar, por lo que no hubiera sido un impedimento para la NASA simular la posición de las estrellas (cuya posición relativa no varía apreciablemente entre la Tierra y la Luna).
De modo similar, la vista de los astronautas estaba adaptada a las escenas diurnas y al enorme brillo de la superficie lunar (llevaban visores dorados para filtrar el exceso de luz solar) y, por lo tanto, podían ver muy pocas estrellas, o ninguna. Neil Armstrong, por ejemplo, no recordó haber visto ninguna estrella a simple vista durante su vuelo, pero sí podía observarlas a través del telescopio de navegación del que disponían. Como experimento para comprobar esto, puede intentar observar por la noche alguna estrella en un lugar iluminado directamente por el alumbrado público; comprobará que es muy difícil. De todas formas, los astronautas podían ver algunas estrellas cuando las condiciones eran las idóneas y la tripulación estaba en un lugar relativamente oscuro (por ejemplo, dentro de la nave con sus luces interiores apagadas, durante la parte en sombra de la órbita).
Por la misma razón explicada anteriormente, las fotografías tomadas desde el transbordador, la estación Mir, la ISS o cualquier otra nave espacial (tripulada o no) tampoco muestran estrellas en el fondo negro del espacio, a no ser que se quiera expresamente y se realice una exposición de mayor duración, como se puede observar en la primera de estas fotografías (nótese que, debido al mayor tiempo de exposición, las estrellas aparecen movidas). Como ya hemos dicho, las imágenes tomadas durante las misiones Apollo no son de larga exposición, ya que las cámaras estaban pensadas para obtener imágenes de la superficie. Las tres siguientes, de la Estación Espacial Internacional (ISS), así como cualquier otra tomada en el espacio en las mismas condiciones, no muestran estrellas. Pulse en cualquiera de ellas para ampliarlas.
Puede encontrar más información en la página Photographing Stars
De todas formas, resulta extraño que los astronautas no tomasen fotografías del cielo con un mayor tiempo de exposición, para mostrar las estrellas y probar así que estuvieron en la Luna. |
Carruthers, G. R. y T. Page, "Apollo 16 far-ultraviolet camera/spectrograph - earth observations." Revista Science, vol. 177, septiembre 1972, pp. 788-791.
Es posible leer más información sobre este experimento en Far-Ultraviolet Camera/Spectroscope y en Far UV Camera/Spectrograph.
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Autor: Alberto Matallanos Mena (ingeniero técnico industrial: especialidad en química industrial). publicado originalmente en el portal intercosmos.iespana.es - Blog oficial de alberto http://velaenlaoscuridad.blogspot.com.es/